viernes, 18 de octubre de 2013

Mujer grande II


No es sino una mujer de gran estatura, hombros rectos, piel morena y altos pómulos, ojos sesgados, que cruza el patio con un caminar ágil, incansable, que no consigo yo imitar, como si las piernas oscilasen desde las caderas en vez de doblarse a la altura de las rodillas.

(Pero eso sucede cuando nadie la ve, excepto yo, que la miro desde ese recóndito lugar que nadie conoce, y basta que eso suceda para que todo tenga sentido)

Alberto Giacometti la creó, pero fue J. M. Coetzee el que la describió.


(Yo solo he sido una mera intermediaria)

viernes, 4 de octubre de 2013

Digresiones


A veces pasa. Una mirada, un gesto, y sientes que ya lo has vivido. Y no importa que estés a miles de kilómetros. Y lo imposible, y lo más difícil, lo enrevesado y lo improbable parece desatarse y ocurrir. Como si todos los astros se juntaran y formaran uno enorme e infinito, me dirías, me diría.

Quizá fue culpa de ese elefante que un funcionario del ministerio de relaciones exteriores (amante de la papiroflexia, detalle importante) me regaló mientras me confesaba que su mujer difamó que la maltrataba y que por ese motivo, en este país, está más muerto que vivo, y digamos, en la ruina. Que no podía ver a sus hijos. Y que nunca me tiñera el pelo que tenía un color muy bonito.

Entonces una cosa me lleva a la otra, aunque sin aparente conexión racional: pienso en una cosa y la mezclo con la otra, y con lo otro ya vivido, y se forma una pelota verde y grande que cada vez bota más y más fuerte y es más y más pesada y corre aire y es todo más confuso.

Justo ahora me siento tentada a contarlo todo de nuevo, pero formando otras frases, quizá con otros verbos, o con otros tiempos verbales. Y me acuerdo de Thomas Bernhard y eso me lleva a otro lugar lejano, pero querido, muy querido.

Una librería frente al cerro. Otro libro, otro autor. Una edición de 7000 pesos chilenos. Y de camino a la caja, mi querido Neruda: he ahí otra conexión inaudita. Sí, yo creo que se conocieron. ¡No!, estoy segura. Seguro que Thomas vino a Chile a conocer a Ricardo, o a Pablo, como se le quiera llamar.

Una feria permanente. Un puesto vendiendo juguetes artesanales, fabricados con madera, y también con papel (papiroflexia). Un barquito con un cartel verde en el que podía leerse: puedo escribir los versos más tristes esta noche… (y así, vuelta a empezar)