miércoles, 30 de enero de 2013

El reencuentro



        Y esa mañana que me levanté y no había nadie, sentía que aquel lugar era algo ajeno: hacía frío. Con un poco de angustia recogí las pocas cosas que llevaba, me tomé un vaso de leche mientras guardaba naranjas en una bolsa y justo antes de salir abrí aquella puerta. Todo el miedo se esfumó y la calidez de los buenos recuerdos me invadió. Tantos años, mi fiel amigo, mi compañero de batallas perdidas, porque tanto me has aportado, porque tantas cicatrices has borrado. Y ahora, mi pequeño Cherny, estás tan cansado que no puedes  emitir ciertas notas, tu tacto ha perdido la tirantez y la firmeza de la juventud, y ya poco puedes hacer sonar dignamente. Tuve el impulso de interpretar aquel Nocturno póstumo de Chopin que solo tú sabes lo que significa para mí, pero comprendí tu deseo y así, porque te quiero, lo digo: descansa en paz querido piano mío

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