Y esa mañana que me levanté y no
había nadie, sentía que aquel lugar era algo ajeno: hacía frío. Con un poco de
angustia recogí las pocas cosas que llevaba, me tomé un vaso de leche mientras
guardaba naranjas en una bolsa y justo antes de salir abrí aquella puerta. Todo
el miedo se esfumó y la calidez de los buenos recuerdos me invadió. Tantos
años, mi fiel amigo, mi compañero de batallas perdidas, porque tanto me has
aportado, porque tantas cicatrices has borrado. Y ahora, mi pequeño Cherny, estás
tan cansado que no puedes emitir ciertas
notas, tu tacto ha perdido la tirantez y la firmeza de la juventud, y ya poco
puedes hacer sonar dignamente. Tuve el impulso de interpretar aquel Nocturno póstumo
de Chopin que solo tú sabes lo que significa para mí, pero comprendí tu deseo y
así, porque te quiero, lo digo: descansa en paz querido piano mío
Precioso.
ResponderEliminarGracias
Gracias a ti pequeña. También tú tienes que ver con esos recuerdos
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