lunes, 30 de diciembre de 2013

Mis mejores deseos


Sí, lo creo. La falta de empatía y la pérdida de valores fundamentales son los síntomas principales de esta no tan nueva enfermedad que algunos padecen y para la cual, los expertos, no encuentran fármaco eficaz. Tampoco hay consenso a la hora de nombrarlo. Finalmente estos pacientes entran en un estado de amargura tan aguda, que devorados por la envidia, el egoísmo, la altanería, la hipocresía y la prepotencia (entre otros factores), muestran una mueca de desprecio permanente que les impide volver a sonreír.

Y ahora si se quiere, hablemos en plata. Porque el problema no es no ser un alma caritativa y bondadosa -no nos engañemos-, lo verdaderamente alarmante es seguir adelante pisando fuerte sin reparar en las cabezas que pisoteamos con nuestras actitudes y determinaciones. El desprecio gratuito, la humillación como arma de reafirmación y la violencia intrínseca de tantas actitudes hipócritas envilecen cada día más a esta sociedad enferma. Porque la vida no es de color rosa, pero la pérdida absoluta de ideales y convicciones la oscurecen todavía más. 
  
Y sí, también lo creo. No todo está perdido. Siempre he pensado que de todo lo malo que me ha pasado, ha salido algo muy bueno, y ojalá este sentimiento lo compartamos todos y hagamos un esfuerzo por salir reforzados de esta grave crisis social queriendo, simplemente, llenar cada uno de nuestros días de muchas sonrisas.

Feliz 2014 y 2015 y…

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